jueves, 27 de diciembre de 2007

Cruciformes superpuestas, Prisciliano y los priscilianistas


Pertenece la Roca del Laberinto de Torroña a un pequeño grupo de petroglifos donde una composición cruciforme e “histórica”, se superpone a la original.  Hay una interpretación razonable para explicar este hecho: su realización tres o cuatro siglos mas tarde de la conquista romana; ha sucumbido ya la cultura indígena, pero existen pequeños grupos que hablan la antigua lengua, que leen las “piedras escritas”. Dice Manuel Diaz que pudieron sobrevivir grupos indígenas aunque muy marginados hasta casi la invasión musulmana. Hay un laberinto prehistórico, en un mosaico de una villa romana de Conimbriga; pudo haber en la sociedad un cierto acercamiento “étnico” también desde un desconocido cristianismo muy antiguo, tal vez de corte priscilianista. En cualquier caso se considera algo fundamental en un laberinto: que tiene en su centro una cruz. Desde ese lugar se generan las decenas de cruces que constituyen la composición añadida. Sobre la antigua fachada románica de la catedral de Santiago se construyó una barroca, y tal hecho lo aceptamos con naturalidad; en nuestra opinión la composición cruciforme de esta roca tiene mas un espíritu de respeto de la piedra prehistorica que de exclusión y “tachadura” .
Hay un segundo contacto entre las dos composiciones que parece un hombre que con sus brazos hiciera de balanza en la que se balancea una especie de pelota o masa con puntos decorativos y lo que podria ser un niño; o simplemente un objeto con dos piernas. Se añade un nuevo elemento alegre a la muy optimista esquina izquierda del primer plano, donde vemos un pato o ave con pico y un animalillo invertido trepando por una línea; otros dos circulos decorados simpáticamente; una forma redonda y grande que tiene como una cabeza y un brazo.
Cruces de todo tipo aparecen en los petroglifos gallegos, y llama la atención la riqueza de sus desarrollos formales; muy especialmente las evoluciones antropomorfas. La presencia de tipologías cruciformes fantásticas es incompatible con la cruz que pertenece a la historia conocida del cristianismo
En el centro de un laberinto hay una cruz. La cruz en el laberinto de Torroña ha desaparecido, en su lugar hay un hueco desde el que salen las cruces de insculturación posterior. No hay una intencionalidad de “crucificar” el laberinto; sino una composición rica y optimista que manifiesta el entronque del nuevo momento en la tradición antigua. Tal es muy probablemente la característica de Prisciliano y el priscilianismo.

Los petroglifos gallegos constituyen fundamentalmente un discurso circular. Su tipología mas emblemática y extendida es de esta naturaleza; y el gran apartado figurativo (ciervos, etc) muchas veces incluye formas circulares de fuerte contenido simbólico, muy especialmente el círculo con un punto central.
La cruz es una forma muy presente en la naturaleza, que además representa algo primario como son las cuatro direcciones geográficas. Geométricamente la cruz pertenece al paradigma de la recta y la perpendicularidad, en el tienen su sitio las formas poligonales y la medición; un paradigma opuesto al circular .
En las grandes composiciones geométricas aparecen multitud de círculos con punto en el centro , de puntos aislados, de pequeños círculos; de circunferencias concéntricas de distintos tamaños; hay una repetición de un símbolo sagrado y simbólico que tiene formas simples y desarrollos muy diversos. Esta misma actuación ocurrirá muy espectacularmente en la “Pedra da Boullosa” en Campo Lameiro; con cruciformes como las del fragmento que se reproduce. Las cruces crean dédalos y situaciones muy complejas con sus líneas. Suponen el excelente desarrollo de una forma simple; pero ahora dentro del paradigma recto de la cruz. Con los dédalos ,el nuevo discurso hace un homenaje a un simbolo muy importante del antiguo discurso cicular, el laberinto prehistórico.

Las “piedras escritas” como lenguaje universal sucumben con la noticia de la invención del lenguaje escrito . La invasión romana es el desenlace de una muy anterior decadencia. En los grabados prehistóricos no hay representaciones de dioses; también en la protohistoria habrá una cultura monoteista o unitarista; no adoran a dioses dirán los primeros griegos y romanos que hablan de Gallaecia. Hubo en nuestra opinión, un culto a la naturaleza, un culto solar, el solo culto a lo Uno que crea el cosmos y la vida. Estas cuestiones animarían una recuperación sincrética de los antiguos valores por parte de un cristianismo primitivo.

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